Muchas personas consumen café después de la comida por sus virtudes digestivas, aunque, de forma paradójica.
los efectos del café para la digestión han sido poco estudiados.
El café (165 mililitros de café fuerte) aumenta la contractilidad de la vesícula biliar y disminuye su volumen en un 30%.
Cuatro tazas de café diarias podrían ayudar a reducir en 25% aproximadamente la aparición de cálculos biliares.
El café también aumenta la secreción pancreática cxocrina rica en enzimas que catalizan la digestión de lípidos, proteínas y glúcidos.
Existe mucha literatura a favor de los efectos positivos del café sobre la función hepática.
En estados intermedios, encontramos un efecto protector del consumo de café sobre la hepatitis C y la cirrosis; sin embargo, los mecanismos subyacentes deben definirse todavía.
El café no afecta la motricidad del intestino delgado pero puede actuar sobre el colon.
Ciertos estudios han demostrado que el café estimula la actividad motora del colon tanto como la absorción de cereales y más que el café descafeinado (23% más) o que un vaso de agua (60%).
La biodisponibilidad de los ácidos clorogénicos (CGA), antioxidantes principales del café, no se modifica cuando el café es consumido solo, mezclado con una pequeña cantidad de leche entera o de leche de soya.
No obstante, al agregarse una gran cantidad de leche o un sustituto de crema o de azúcar se reduce la concentración máxima y se retarda la absorción de los antioxidantes en la sangre.
