Através de la historia, las propiedades terapéuticas del café han sido debatidas entre los especialistas de la salud.
Desde un principio se le han reconocido al café sus cualidades para combatir la fatiga, la letargía y por aportar vitalidad.
Los pueblos paganos de Etiopía, los primeros consumidores de café, le atribuían propiedades curativas y lo utilizaban durante sus ritos de sanación.
En los siglos IX y X, médicos célebres en el mundo árabe como Avicena y Al-Razi (Rhazes) trataban en sus escritos sobre las virtudes medicinales del café.
En Inglaterra el café fue un elemento importante de utilidad pública en el siglo XVII.
Los médicos promovían su consumo como remedio eficaz para luchar contra el enorme problema para la salud nacional que representaba el alcoholismo en esa época.
En aquellos tiempos, la mayoría de los ingleses, sin importar la edad o la hora, bebían cerveza varias veces por día.
Evidentemente no es lo mismo beber café durante el desayuno que tomar cerveza, por lo que el café representaba,sin lugar a dudas, una mejor opción, ya que permitía a la población mantenerse sobria.
Esto tenía implicaciones notables en la vida cotidiana (trabajo, familia, vida social) y resultaba primordial para el desarrollo del país.
Los médicos, además, le atribuían al café otras virtudes curativas importantes contra enfermedades como la tisis, el catarro, la hidropesía, el escorbuto y la gota.
Por el contrario, en la misma época, el colegio médico de Marsella consideraba al café como un elemento nocivo para la salud por su carácter “caliente y seco”.
Como Marsella es un lugar de clima templado, para los médicos beber café ahí era perjudicial para la salud; no obstante, ellos mismos recomendaban su uso en lugares de clima frío para calentar el organismo y en los lugares tropicales para refrescarse.
