El cultivo del café llegó a las colonias españolas de América en el siglo XVIII, llevado en la mayor parte de los casos por alguna orden religiosa, los jesuitas en gran parte de ellos.
El padre José Gumilla (1686-1750), jesuita catalán, misionero, geógrafo y etnólogo, autor de El Orinoco ilustrado y defendido, publicado en Madrid en 1741, dice en esta obra que el café fue sembrado por primera vez en Colombia en Santa Teresa de Tabage.

En 1755 llegó el café a Puerto Rico y de este cultivo tenemos noticia gracias al aragonés Agustín Íñigo Abbad y Lasierra (1745-1813), fraile benedictino que en 1782 escribió Historia geográfica, civil y política de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico, que fue publicada en Madrid en 1788.

Contiene interesantes referencias sobre el cultivo del café que probablemente sean los más antiguos comentarios acerca de la importancia de la industria del café en Puerto Rico donde constituía uno de los principales cultivos.

Abbad y Lasierra, nacido en Estadilla (Huesca), es considerado como uno de los principales ilustrados aragoneses, fue obispo de Barbastro desde 1790 y allí organizó la Biblioteca Episcopal donde se depositaron valiosos textos, conservados en nueve legajos, que él mismo escribió o recogió sobre América española.

También llegó el cultivo del café en 1760 a Guatemala, en 1779 a Costa Rica, en 1784 a Venezuela, en 1794 a Colombia, y a México en 1796.

En estas fechas no tuvo lugar el comienzo del cultivo comercial que luego ha hecho famosos a estos países por sus cafés, ya que en algunos de ellos se utilizaba solamente como planta ornamental como hacían los jesuitas en los jardines de su convento de la antigua Guatemala.

Hasta después de la independencia no comenzaron estos paí ses a desarrollar una industria cafetalera considerada como tal.

El Imperio español de América tuvo tres cultivos importantísimos para su economía, en primer lugar, el cacao, no en balde fue un español, Hernán Cortés, el primero que tomó chocolate; otro producto agrícola americano vital para la Corona española fue el tabaco y, en tercer lugar, un cultivo llevado a América por España tan importante como la caña de azúcar.

No debe extrañarnos que el cafeto no interesase a la economía real, su consumo a principios del siglo XVIII era todavía privativo de las clases altas, es decir, no era masivo como lo eran el azúcar, el tabaco y el cacao.

El chocolate fue durante mucho tiempo la bebida caliente más consumida en España.

Lo habitual era tomarlo en el desayuno, al igual que en otros países de Europa se desayunaba con sopa o cerveza.

El café destronó a todos estos productos a principios del siglo XX, y parece que todavía permanece en las preferencias de los europeos.

El cultivo y la producción de café no empezaron seriamente en estos países hasta la mitad del siglo XIX después de su independencia de España, coincidiendo con el auge del cultivo en Brasil.

En muchos países americanos, como Guatemala, se empezó a cultivar el café de manera comercial por emigrantes europeos, principalmente alemanes, a principios del siglo XX.

A pesar de esta falta de interés hacia el café por parte de la Corona española, en 1778-1788 tuvo lugar una expedición a Perú y Chile al frente de la cual estaba Hipólito Ruiz López (1754-1816) como botánico oficial del Gobierno español.

Estas expediciones enviadas bajo el reinado de Carlos III forman parte de la corriente en pro de la ciencia y el conocimiento de la naturaleza, fruto de la Ilustración.
El informe de la citada expedición se publicó con el título de Comisión de Estudios retrospectivos de Historia Natural de la Real Academia de Ciencias Exactas, Física y Naturales.

Relación del viaje hecho a los Reynos del Perú y Chile por los Botánicos y Dibuxantes enviados para aquella expedición, Extractado de los diarios por el orden que llevó en estos su autor Don Hipólito Ruiz.

Este informe contiene la más antigua descripción de las plantas de café salvajes del Perú, Coffea occidentales, Coffea subsessilis y Coffea tetrandra.

Los autores que se han ocupado del café en España suelen citar la obra La comedia nueva o el café, de Leandro Fernández de Moratín (1760-1828).

Esta pieza teatral nos da testimonio, gracias a su segundo título, de que en aquel momento existían establecimientos en nuestro país con ese nombre, la acción transcurre en un café, pero no nos ilustra de ningún modo sobre el consumo de la bebida.

Los misioneros padres Manuel Sobreviela y Narciso Barceló, durante sus viajes al Perú en los años 1791 a 1794, fueron recopilando información que fue traducida al inglés por Joseph Skinner que la publicó en Londres en 1805.

Se refiere este informe a la geografía, topografía, historia natural, mineralogía, comercio, costumbres de sus habitantes, estado de la literatura, filosofía y las artes.
Contiene información sobre los establecimientos de venta de café y su cultivo.

Dicen sus autores que el primer café se abrió en Lima en 1772 y ante el éxito que tuvo pronto se abrieron más.

Asimismo, nos dan noticia de que en 1785 los botánicos peruanos Ruiz y Pavón descubrieron la planta del café que crecía salvaje en Huanuco.

A finales del siglo XVIII, en 1796, el médico vallisoletano Antonio Lavedan, «Cirujano del Exército y de la Real Familia de S. M. C.», publica un libro titulado Tratado de los usos, abusos, propiedades y virtudes del tabaco, café, té y chocolate.

Dice Lavedan, que «el uso de la bebida del café está muy introducido en España, y particularmente en los puertos de mar; esta bebida es muy antigua y muy usada en otros Reinos y Provincias».

Antonio Lavedan, al fin y al cabo era médico, contempla al café más como medicina que como bebida que se pueda tomar por placer, esto ya lo hemos visto más de cien años antes en la obra de J. B. Juanini.

Entre muchas cuestiones curiosas dice Lavedan que no conviene el uso abundante del café a las personas flacas y extenuadas, porque les pone la sangre en una agitación violenta; al contrario en aquellas que abundan de gordura y obesidad, pues en estas les es muy saludable, porque su uso excita una abundante transpiración en todo el cuerpo, y en poco tiempo se observa que va disminuyendo gordura y vientre, de lo que resulta quedarse enxutos y libres del peso que les incomodaba.

El catalán José Guardiola, educado en Inglaterra y afincado en Guatemala, propietario en 1869 de una finca llamada «Chocolá»

Fue el primer exportador de café de Guatemala a San Francisco (EE. UU.).

Hizo una gran fortuna con su invento de un aparato rotativo empleado para secar el café, tras el beneficiado, por medio de aire caliente.

Para eliminar el pergamino del café creó un sistema que combinaba morteros que subían y bajaban.

La máquina secadora, llamada comúnmente guardiola, todavía existe y funciona en la finca donde fue inventada.

Al expirar la patente que amparaba esta máquina fue copiada por muchos fabricantes como Mc Kinnon que incorporó mejoras en el sistema.

A pesar del tiempo y de los inventos y patentes que han sustituido a la primitiva secadora del catalán Guardiola, su apellido sigue designando en el habla habitual de los que trabajan en el beneficiado a las secadoras por aire caliente.

Santiago Lascasas Monreal

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