La dependencia se define como un comportamiento focalizado hacia la búsqueda y a la toma repetida y compulsiva de una sustancia psicoactiva.
La cafeína es considerada como la sustancia psicoactiva más consumida en el mundo y no responde a la mayoría de los criterios que la organización mundial de la salud le atribuye a una droga de dependencia.
Al dejar de tomar café de forma brutal, ciertos sin tomas pueden aparecer —aunque únicamente entre 10 a 20% de los individuos—, tales como dolores de cabeza, fatiga, falta de concentración, ansiedad, irritabilidad y, ocasionalmente, náuseas.
Estos síntomas comienzan generalmente de 12 a 24 horas después de una privación brutal de cafeína, que tendría un pico entre 20 y 48 horas, y pueden durar hasta una semana.
Esto no sucede si la disminución del consumo de cafeína se hace de forma progresiva.
La tolerancia a una sustancia indica que la dosis necesaria para la obtención de los efectos deseados crece progresivamente e incita a los individuos a aumentar el consumo.
No existe tolerancia a los efectos centrales de la cafeína.
En fin, la cafeína no activa los circuitos cerebrales de dependencia en los humanos, aunque refuerza más bien su propio consumo a causa de sus propiedades estimulantes.
Las dosis de cafeína del té o del café (de 40 a 100 miligramos) son suficientes para favorecer el consumo de estas be bidas.
Más allá de estas cantidades se observa una tendencia a la reducción en el consumo de las bebidas que contienen cafeína.
Cafeína, cognición y envejecimiento
Las funciones cognitivas (tiempo de reacción, velocidad de percepción y de tratamiento de las informaciones) quedan estables hasta los 60 años y la ralentización se da entre los 60 y los 80.
Sin embargo, la velocidad y la amplitud del declive cognitivo varía en función del individuo.
El declive cognitivo se acelera por malos cuidados, enfermedades vasculares, factores genéticos, estrés oxidativo e inflamación.
Estos elementos conducen a pensar que el declive cognitivo sería al menos modificable en parte.
Las personas mayores son más sensibles a los efectos estimulantes del café que las personas jóvenes, en particular para el mantenimiento del desempeño a lo largo del tiempo en actividades complejas que necesitan una atención sostenida.
El consumo habitual del café a lo largo de la vida permite a las personas mayores mejorar las funciones cognitivas (tiempo de reacción, memoria verbal y razonamiento visual espacial).